2.25.2010

Risotto

Un trago más y las lágrimas habrían brotado. Una palabra más y el alma se habría quebrado para siempre. Una mirada más y quedar ciego para siempre.
Jugaría con la mancha de vino que decoraba el mantel pero sus dedos no aciertan a tocar con seguridad cada centímetro.
Largas caladas al Malboro evitando cruzarse con sus ojos azules. Saben algo. Su boca no dice nada.

Las palabras se balanceron durante los diferentes asaltos. Él solo aguantaría hasta el quinto. Toalla al viento para evitar tocar las baldosas del restaurante.

¿Qué manos habrían conocido aquellos guantes que tan dulcemente ella se colocaba? Manos seguían golpeando su rostro después del combate. Sangre coagulada. No quiere salir y llenar todo de rojo. Les gustaba el rojo para la casa.

Al fin una boca se abre:

-No sé si alguna vez te tuve entre mis brazos.
-Yo sigo sin despegar los míos de tu Recuerdo.

2.14.2010

El piano

Desde mi pequeño rincón puedo ver toda la habitación. Cada esquina guarda lo que tiene que guardar una esquina: tiempo pasado, polvo de recuerdos, sueños en rabo de nube.
Y cuando apenas entra luz blanca por la ventana y suena una voz que no logro identificar, pienso en qué hacer con El piano que se encuentra en una de estas esquinas. El piano sujeta y decora una pared. Silencioso compañero nocturno obligado a finalizar sus días como pieza de museo. Silenciado por falta de vocación juvenil. En ocasiones abro su tapa y le dejo escapar pequeñas notas de recuerdos de atardeceres de principios del siglo XX cuando él era el príncipe. Pobre.
Hay noches que se remueve e intenta avanzar torpemente sin dirección y es cuando le hablo y dialogamos sobre cómo hemos acabado los dos decorando esquinas de una habitación con vistas a un mar de nieve.

2.11.2010

Hay viajes que nunca deben hacerse, hay caminos que nunca deben recorrerse, hay senderos que nunca deben ser penetrados ni por un experto explorador.
Todo esto lo sabemos desde que nacemos, pero siempre sentimos la tentación de caminar más allá de nuestras propias fronteras, aunque sea por un breve espacio de tiempo.
Quince horas parecen pocas horas dentro del calendario vital pero pueden ser suficientes para acabar con la brújula perdida, con las ropas rasgadas, los pies desnudos y el alma embarrada.
Hay caminos que nuncan deberían se caminados