7.12.2011

¿Tendrán tiempo?

La sangre corría en ríos de color púrpura.

Intentó volver a meter la espina en su abdomen para cortar la hemorragia pero el torrente de lava sanguinolenta impedía cualquier acción.

Quizá tampoco quería.

Quizá quería ser héroe de su herida, quizá quería contemplar lentamente como se desinflaba su cuerpo y poder arrugarse y desaparecer por una de las rendijas que en ocasiones la vida abre pensando que son vías de salvación.
Rendijas tan semejantes a barrotes de un presidio del que estás obligado a salir que cuando vas en su busca se vuelven espinosas y desgarradoras.

Su cuerpo se contraía en cada pulsión de su alma, en pocas horas llegaría a convertirse en una materia de rasgos indescifrables y olorosa.

En último intento por reconocerse, abrió los ojos y en el oscuro charco que sus ilusiones iban formando pudo mirarse y esbozar una sonrisa.
En ese momento, un eco lejano llegó hasta su herida y él identificó el leve sonido de una mano que se acercaba a parar su herida. Mientras caía en un profundo sueño se preguntaba cuándo llegaría esa mano, si en algo más de un mes, si en algo más de cuatro meses o quizá nunca.

Y el sueño cayó.

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